-¿Linda, eres tú?
Escuché gritar cuando cobraba mi sueldo en la caja de la barra del bar. Era
ella, mi amiga bella y desaparecida, mi maestra de baile…
¡Victoria! Grité
entusiasmada. Ella corrió a abrazarme como si fuéramos amigas que se conocen de
toda la vida y llevaban años sin verse. Me dió una nalgada por segunda vez y me
dijo que me veía muy diferente, a lo que aclaró: “Pero un buen diferente”
Ella llevaba puesto un
mini short de mezclilla, unas botas negras y un suéter que dejaba ver el
tatuaje extraño que tenía en el abdomen. Sólo ella podía verse tan puta y tan
bien a la vez.
Me preguntó mis
planes para esa noche. Le contesté que no haría nada, con una mirada de confusión y me
dijo que ella ya se iba a una “Fiesta” a un lugar que estaba a tres horas de
ahí. Me dijo que manejaría su amiga Andrea. Que era una fiesta de puros hombres y
que les iban a pagar tres mil pesos a cada una por ir a bailar y se podían
quedar a dormir en la casa de invitados, con todo el alcohol y alimentos
gratis. Podían usar la piscina y la única condición es que bailaran una hora y
festejaran con ellos toda la noche. Por supuesto me invitó y yo hice lo que
cualquier mujer en mi posición hubiera hecho. Aceptar. O bueno, lo que cualquier mujer
EBRIA en mi posición habría hecho.
Le dije que no tenía
ropa o trajes de baño, que tendría que ir a mi hotel y me dijo que no, que
tenían prisa, que ella traía ropa de más y que me prestaba lo que quisiera. Fue
así que me subí a la camioneta de Andrea, una mujer delgada, casi anoréxica,
rubia y con sonrisa diabólica.
Andrea tenía su maleta en el asiento de
copiloto por alguna estúpida razón, así que Vicky se fue conmigo en la parte
trasera. Yo sólo quería dormir. Me esperaba una noche y un día de irónicamente,
cosas inesperadas, pero Victoria, era una fiesta con senos y realmente me pegaba
su buen humor. Eran las tres de la mañana y nosotras estábamos en carretera
tomando vodka con jugo de piña, cantando canciones de una estación de música
romántica. Andrea hacía bromas cada dos minutos sobre absolutamente todo y por
primera vez en mucho tiempo, me sentí feliz, libre y despreocupada. Cómo me
hubiera gustado que Tili estuviera ahí. Ella era la persona con la que hacía
ese tipo de estupideces y sentía que le era infiel de alguna forma a nuestra
amistad al estar embriagándome sin ella ahí.
No sé cuanto tiempo
pasó o en que momento pero Vic y yo nos quedamos dormidas. Alguien empezó a
tirar de mi cabello y a tocar mi cuello, eran unas manos heladas y extremadamente
huesudas. Claro, eran las manos de Andrea. Ya habíamos llegado.
Cuando bajamos de la
camioneta no lo podíamos creer: Era una casa blanca hermosa, con una pared de
cristal, con kilómetros de bosque a su alrededor, una piscina iluminada y unos
veinte hombres jóvenes esperando adentro. Nos recibieron dos hombres guapos y
educados y nos llevaron a un cuarto con dos literas y una cama matrimonial. Nos
dijeron que ése era nuestro cuarto y que saliéramos cuando estuviéramos listas. Andrea escogió la cama de arriba de la litera, yo escogí la matrimonial y
Victoria la de debajo de Andrea. Empezamos a arreglarnos, fumábamos, nos
reíamos escuchábamos el ipod de Victoria que habíamos conectado a unas bocinas
del cuarto y armábamos nuestro propio desmadre, hasta que dieron las siete y
decidimos salir.
Los hombres empezaron
a gritar y a emocionarse como niños de preparatoria. En realidad no habían feos
y eso me tranquilizaba, Vic se metió a la alberca con dos hombres y empezó a
bailarles ahí. Andrea se subió a una mesa y empezó a desnudarse enfrente de
unos doce hombres. Yo no sabía que hacer, estaba completamente helada, hasta
que Victoria se acercó a mi y me preguntó: ¿Qué quieres hacer? Le contesté que
me daba igual y me dijo: “Pues tienes que hacer algo, para eso nos pagan. Mira, ya sé, hay que hacer un espectáculo para estos pobres diablos, así no vas a estar
sola” Yo sólo decía que si pero no entendía de que hablaba. Me aventó a la
piscina y todos empezaron a aplaudir. Cinco hombres se quedaron viendo a Andrea
y todos los demás estaban con Vic y conmigo. En la piscina había un especie de
plataforma para tomar el sol, te acostabas ahí y el agua apenas tapaba una
parte de tus senos. Victoria y yo nos subimos ahí y empezamos a bailar, todos
nos veían y gritaban obscenidades pero de alguna forma era divertido para mi. No me sentía ofendida ni obligada. De haber estado en el mismo lugar, borracha,
con mis amigas, hubiera sido lo mismo pero sin cobrar.
Vic me puso de
espaldas y pego su cuerpo en el mío. Empezó a besar mi cuello y yo no entendía
que hacía. Discretamente le pregunté y me dijo que era parte del espectáculo, que no fuera una santa. Me quitó la parte de arriba del bikini y luego ella se
la quitó. Nosotras seguíamos bailando al ritmo de la extraña música de estos
hombres y fue cuando me besó. Fue algo extraño porque no la conocía, ya había
besado mujeres antes e incluso me había preguntado si era bisexual, pero nunca
había sido así, con tanto calor en el cuerpo, con tantas ganas de besar, tal vez
era el alcohol, tal vez era su belleza y su seguridad, tal vez me gustaban las
mujeres, tal vez… Sólo me gustaba ella.
La mañana siguió y
nosotras cada vez perdimos mas el pudor, nos besamos entre Victoria, Andrea y
yo. Estábamos completamente desnudas, nadábamos por la alberca seguíamos
tomando sin parar, dejábamos que los hombres nos tocaran de vez en cuando,
bailábamos con ellos, los besábamos, les quitábamos la ropa y así siguió toda
la mañana hasta que el cuerpo no pudo más. Más de la mitad de los hombres
estaban dormidos en el jardín o en los camastro. Andrea estaba cogiendo con
uno en la alberca y los demás fumaban y jugaban cartas, Victoria y yo fuimos al
cuarto “A dormir” y decidimos tomar un baño caliente antes de acostarnos. Estábamos tan ebrias que no podíamos ni ajustar el agua para que no quemara. Nos bañamos juntas y al terminar me preguntó que si podía dormir en mi cama,
después de eso sólo recuerdo lo que pasó la mañana siguiente.
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