sábado, 21 de abril de 2012

En contra de nadie.


Ella siempre estaba ahí, deteniéndome, pisándome, impidiéndome seguir con mi vida. Era mi sangre ¿Cómo podría verme tan acabada y aun así no hacer absolutamente nada para ayudarme? Éramos una misma, mis lágrimas eran sus lágrimas, mi dolor le dolía, mi silencio la ensordecía.
Necesito alejarme de ti, me estas matando. Estás acabando con mi paz, con mi felicidad, con mi esperanza, estás acabando conmigo.
Mientras mis labios pronunciaban esas sentidas palabras, me di cuenta de que llevaba toda mi vida hablando con ella, sin verla a los ojos. No sabía como era su cara, ni su pelo, no podía ver la forma de su barbilla, ni si era alta y delgada. No tenía la menor idea de con quien había estado durmiendo desde el día en que nací hasta esa noche que decidí alejarme de su egoísmo y su amargura para siempre.
Regresarás
No lo haré, estoy harta de ti
Regresarás, siempre lo haces
¿Sabes por qué?
Porque te gusta ser miserable.
Y así me vi despidiéndome de ella. Despidiéndome de mi misma.